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MAIA FLORE // Selected Work

  • Felipe Rodríguez-Mattern
  • 25 jul 2024
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 11 mar

Maia Flore ha forjado una identidad visual singular en la fotografía contemporánea, donde la realidad y la ensoñación se entrelazan en composiciones de una delicadeza evocadora. Su obra ha sido objeto de análisis por parte de la crítica especializada, que la destaca por su exploración del cuerpo, el espacio y la narrativa poética en imágenes que desafían las leyes de la física y la lógica.


Fotografías de Maia Flore ©

Texto y curaduría de contenido

por Felipe Rodríguez-Mattern.



La obra de Flore ha sido elogiada por su capacidad para situarse en la intersección entre lo real y lo imaginario. Su fotografía no se limita a la mera representación del mundo visible, sino que lo reconfigura en escenas que desafían la percepción del tiempo y el espacio, sumergiendo al espectador en un estado de suspensión onírica.







'Yo creo en simplicidad y alegría para contar narrativas convincentes para elevar nuestra comunicación.' - Maia Flore






En series como Sleep Elevations (2010), la artista convierte su propio cuerpo en un vehículo narrativo, desafiando la gravedad en composiciones donde la figura humana flota, se pliega o parece ser absorbida por su entorno. La crítica ha interpretado esta poética del cuerpo como una metáfora de la búsqueda de libertad, de la ruptura con lo terrenal y de una reconfiguración de los límites físicos.



Reconocimiento y proyección internacional


Su trabajo ha sido distinguido con premios como el HSBC Prize for Photography en 2015, consolidando su lugar en la escena artística contemporánea. Proyectos como ImagineFrance – Le voyage fantastique revelan su talento para reinterpretar el patrimonio cultural desde una perspectiva lúdica y sensorial, transformando la tradición en un escenario de posibilidades infinitas.


Cuerpo, espacio y una coreografía de la ingravidez


Una constante en su obra es la interacción entre la figura humana y el paisaje, donde el cuerpo parece desafiar las leyes de la física en una danza de ingravidez. A través de una meticulosa puesta en escena, Flore genera un diálogo entre el sujeto y su entorno, en el que la presencia física se torna etérea, casi evanescente.




Estética depurada y minimalismo emocional


La crítica ha resaltado la economía de elementos en su lenguaje visual: composiciones limpias, paletas cromáticas suaves y una atmósfera de ensueño que remite a estados de introspección y quietud. Este minimalismo formal no solo refuerza el carácter etéreo de su propuesta, sino que también potencia la carga emotiva de sus imágenes.





Un imaginario que trasciende lo tangible


El universo de Maia Flore se erige como un espacio de transición entre lo posible y lo intangible, donde la fotografía se convierte en un medio para expandir los límites de la percepción. Su obra no solo interpela la realidad visible, sino que la reconfigura con una sensibilidad que oscila entre la sutileza y la ruptura de lo convencional. En su meticulosa construcción de lo onírico, Flore demuestra que la imagen fotográfica puede ser, más que un registro del mundo, un acceso a dimensiones que desafían nuestra manera de habitarlo.







Maia nació en Francia en 1988.



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