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CIA
/Gateway Report/ 
Proyección Astral

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En una noche oscura de 1983, un grupo selecto de hombres y mujeres se reunió en las sombras de un edificio sin nombre, en un rincón olvidado de los archivos de la CIA. En sus manos, un informe secreto prometía revelar los secretos más profundos de la mente humana, un documento que retaba las fronteras del tiempo, el espacio, y la propia realidad. Se trataba del “Gateway Experience”, un entrenamiento que prometía liberar a la mente de las cadenas de la conciencia ordinaria, llevándola a dimensiones más allá de lo imaginable.

Todo comenzó con un hombre llamado Robert Monroe, un ejecutivo de radiodifusión que, en los años 50, experimentó con sonidos que parecían tocar la esencia misma de la conciencia. Aislado en su mansión en las colinas, Monroe descubrió que ciertos patrones de sonido podían sincronizar los hemisferios del cerebro, provocando extrañas y maravillosas sensaciones de estar “fuera del cuerpo”. Los rumores de sus experimentos llegaron a oídos del ejército estadounidense y de los altos mandos de la CIA, quienes, siempre hambrientos de nuevas formas de poder, vieron en Monroe una puerta hacia lo desconocido.

El Teniente Coronel Wayne McDonnell fue el encargado de descifrar esta enigmática experiencia. En su informe, describió un mundo donde la física cuántica y la antigua sabiduría se unían para abrir puertas más allá de la percepción humana. Según McDonnell, los sonidos que Monroe había perfeccionado podían inducir un estado conocido como "Hemi-Sync", un estado de conciencia donde las ondas cerebrales se sincronizaban, abriendo el umbral hacia otras realidades. Con una combinación de hipnosis, meditación y sonidos envolventes, el Gateway Experience prometía liberar la mente y proyectarla a través de los confines del espacio y el tiempo.

El informe se leía como un manual de magia moderna, con técnicas precisas para inducir estados alterados de la mente. Sonidos sibilantes y vibraciones secretas susurraban a los hemisferios del cerebro, llevándolos a un baile hipnótico de frecuencias que los alineaba con el pulso oculto del universo. Los participantes, envueltos en una quietud profunda, se dejaban guiar por esos sonidos que parecían abrir grietas en la realidad. Así, las ondas cerebrales se elevaban y se expandían, escapando de los confines del cuerpo y proyectándose hacia los rincones más remotos de la existencia.

Pero este no era un simple juego mental. Según McDonnell, el universo entero era un vasto holograma de energía vibrante, donde la materia y la conciencia eran apenas proyecciones fluctuantes de un campo más grande. Al alterar la frecuencia de las ondas cerebrales, los participantes podían despojarse de las ataduras del tiempo y el espacio, entrando en un estado donde la realidad cotidiana se difuminaba como un espejismo. Desde esos planos elevados, se podía ver el pasado, el futuro, y todo lo que existía entre medio.

Para muchos, el proceso era un viaje hacia lo desconocido. Los participantes debían aprender a manejar su conciencia como un marinero maneja su barco en mares tormentosos. Visualizaban sus deseos, afirmaban sus objetivos, y proyectaban sus mentes más allá de los límites físicos de su cuerpo. Solo los más valientes y hábiles lograban alcanzar los niveles más altos del Gateway Experience, donde se encontraban con versiones distorsionadas de la realidad, podían ver a través de los ojos del tiempo, y experimentar viajes que los llevaban a través de las insondables regiones del alma.

El informe de McDonnell no era solo un documento científico, sino un mapa hacia un mundo más allá de la comprensión humana. Un susurro de posibilidades y peligros. Un indicio de que, quizás, lo que llamamos realidad no es más que una delgada capa sobre una verdad mucho más profunda y misteriosa. Así, en los recovecos de la mente, se alza el verdadero Gateway Experience: un portal a lo inexplorado, esperando a aquellos lo suficientemente audaces para cruzar el umbral y enfrentarse a los misterios más profundos del universo.

En aquel edificio sin nombre, los hombres y mujeres de la CIA no solo sostenían un informe; sostenían un espejo hacia lo desconocido, un reflejo de lo que la mente humana podría alcanzar si se atrevía a mirar más allá de lo evidente. Pero, ¿quién puede realmente saber lo que aguarda al otro lado del portal?

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